lunes, 7 de septiembre de 2009

Las lágrimas.


Siempre sinceras, siempre transparentes, siempre reveladoras. ¿Por qué están? ¿Por qué aparecen en "esos" momentos? ¿Por qué un par de solitarias gotas valen más que palabras? ¿Por qué duelen y sanan tanto? ¿Por qué vienen cuando estamos mal pero nos alivian? ¿Por qué? Porque son nuestras. Son pedacitos de nosotros que dejamos caer por las mejillas. Son pedacitos de nosotros que lo dicen todo cuando no podemos abrir la boca. Van acompañadas de esa cosa rara que sentimos en la panza cuando estamos caídos. Son las que reemplazan mil gritos. Y cuando alguien las ve, por más que a esa persona no la miremos a los ojos y no hablemos, nos entiende. O por lo menos intenta hacerlo. Dicen que el lenguaje universal es el beso. Para mi, es la lágrima. Es la que refleja todo: amor, alegría, tristeza, bronca. El beso no, el beso da a conocer el amor que sentimos por alguien, aunque a veces es muy superficial, cuando besamos a alguien porque sí. Mis lágrimas, no aparecen porque sí, jamás lo hicieron. Un llanto lo podemos compartir. Podemos prestar un hombro a la persona que vemos llorar. Le damos la mano, le decimos que todo va a pasar, le recordamos que lo que cuenta es seguir adelante. Pero cuando unas lágrimas brotan, no hay adelante. Las lágrimas nos llevan atrás, a recordar todo lo que pasó antes de que aparecieran. Como si fueran el empuje de la memoria, nos hace ver todo lo que se vivió antes de caer. Las lágrimas son el lenguaje de la mente, el corazón y el alma. Hay personas que se guardan las lágrimas, no las quieren hacer notar, prefieren encerrarse en algún lado y llorar solos. Hay personas que no, que no aguantan, que son inferiores a la necesidad de que las lágrimas salgan. Hay gente de lágrimas independientes, que fluyen cuando quieren, que dicen lo que quieren. Pero hay personas que prefieren hacer una vaga sonrisa y decir "Está todo bien" para después morirse por dentro. Cada uno sabe por qué llora, y hay gente que no sabe por qué lo hace. Pero lo que todos saben es que si hay una lágrima, es porque hay algo más. Están las que aparecen por una patada en la rodilla y las que nacen por un golpe al corazón. Están las grandes y las chiquitas. Están las solitarias y las que pasean en grupo. Están las que nos obligan a no reír por mucho tiempo, las que nos hace comer chocolate, las que nos corre el rimel. Hay lágrimas de todo tipo. Aparecen mientras miramos una película, mientras leemos un libro, mientras no sabemos cómo pedir perdón, mientras escuchamos una canción que nos destroza el alma, mientras vemos ese osito de peluche que nos regaló aquella personita especial, o mientras escribimos sobre las lágrimas. Las lágrimas son lo que son cuando no podemos ser nada.

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